Hoy toca un día diferente que no hemos hecho en las visitas anteriores. Sin desayunar, montamos en el metro con destino Harlem. Vamos a misa, pero antes tenemos que comer algo, y no hay nada mejor que gofres y pollo frito (mezclas raras de aquí) en el famoso Sylvia's.
El gofre nada del otro mundo... pero el pollo, espectacular. Uno de los grandes descubrimientos del viaje.
Con las pilas cargadas, nos dirigimos a la Bethel Gospel Assembly a una de sus famosas misas gospel. Es importante saber que las canciones son sólo al principio del oficio, y luego un predicador moverá a la masa hasta el punto casi del trance. Un espectáculo digno de ver.
Volvemos al metro y bajamos hasta mitad de Central Park porque recorrerlo entero es demasiado. El año pasado lo pillamos con una nevada espectacular y esta vez hacia tan bueno que el manto que lo cubría no era de nieve, sino de personas como largartijillas al sol. Nota mental para próximas visitas: no ir a Central Park en fin de semana si no quieres ser arrollada por la masa.
Y para comer, no podíamos irnos sin tomar una buena hamburguesa, y para ello elegimos las del Burguer Joint, una hamburguesería minúscula sin ventanas, en el interior del hotel Meridien.
Volvemos a pasar por Macy's y Victoria's Secret (por sí nos faltaba algo por comprar) y de ahí al hotel a dejar las compras y descansar.
Poco después, salimos nuevamente, esta vez para subir al Empire State, edificio construido en tiempo récord y reformado más tarde para conseguir una eficiencia óptima. Otra vez, las vistas no defraudan.
Y con esto nos despedimos de la ciudad.
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