Empezamos con el templo Kinkaku, el más famoso de todo Japón, también conocido como El Templo Dorado. La vista es sencillamente espectacular.
Entrada al recinto |
La siguiente parada sería el jardín de piedra del Templo Ryoan. Totalmente prescindible. No nos gustó nada. Sí, un jardín de piedras... sin ninguna gracia.
La tercera y última parada iba a ser el Castillo Nijo, que más por su imponencia, destaca por su historia y su curioso suelo de ruiseñor, que por muy silencioso que intentes ser, suena como si un pájaro estuviera cantando.
Y con esto, volvimos a recoger nuestras maletas, no sin antes probar los mejores nigiris de carne de wagiu que comeremos jamás.
El resto del día consistiría en coger el tren bala para volver a Kyoto, alojarnos en un hotel cerca del aeropuerto para al día siguiente madrugar y volar a Amsterdam, donde haríamos escala antes de llegar a Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario