Nos recogen a las 6 de la mañana después de un buen madrugón. Por suerte, la van la compartimos sólo con una pareja de asiáticos, así que vamos cómodos. La primera parada es el mercado de Mae Klong, un mercado para locales, donde se vende prácticamente sólo comida (pero de todo tipo: carne, pescado, verduras, fruta... siempre con la higiene que brilla por su ausencia) y que tiene la peculiaridad de que es atravesado por las vías del tren. El conductor nos medio tira de la van para que salgamos corriendo porque el tren va a pasar en cinco minutos. Llegamos justo a tiempo de verle pasar hacia la estación, y cómo vuelven a montar todos los puestos como si no hubiese pasado nada.
Media hora después, debíamos volver a la van para continuar el camino, pero por suerte llevábamos los horarios del tren, así que nos quedamos al siguiente. Queríamos ver cómo desmontan los puestos, que antes no habíamos podido.
VIDEO TREN
Conseguido el objetivo, volvemos a la van y continuamos el viaje hacia Damnoen Saduak, uno de los muchos mercados flotantes que hay en la zona. Este sin embargo no nos llama mucho la atención porque ha quedado completamente para el turista. Te montas en una barca (algunas con motor y otras a remo) y te pasean por los canales mientras desde los puestos te avasallan para que compres souvenirs poco originales.
Después del paseo, nos dejan tiempo libre y como no tenemos intención de comprar nada, optamos por comer al lado de uno de los canales.
Y vuelta a Bangkok. Baño en la piscina de la azotea del hotel, descanso y a la calle a buscar un sitio donde cenar.
Nuevamente, siguiendo la ruta de Dabiz Muñoz, cenamos donde dicen que sirven el mejor Pad Thai de Bangkok. Y no sabemos si es el mejor de todos, pero cierto es que estaban muy buenos, como para repetir con un tercero.
Volviendo al hotel nos cayó el diluvio universal.
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